domingo, 18 de diciembre de 2016

¿Es bueno o malo el Imperialismo?

El colonialismo suele aludir a las primeras fases de la expansión europea, durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Las metrópolis controlaron una serie de territorios, explotados económicamente, que mantuvieron relaciones de subordinación con los pueblos autóctonos de la zona, a los que impusieron sus estructuras y formas de vida. Se impulsó el control de rutas, lugares estratégicos y la creación de zonas de influencia, pero no quedó claramente establecida una conducta de conquista continua y sistematizada. 
El imperialismo a diferencia del anterior, tiene fuertes connotaciones nacionalistas: los estados que lo practicaron pretendían la conquista sistemática de la mayor cantidad posible de territorios con el objetivo de alcanzar el rango de potencias mundiales. No buscaban tanto la transformación cultural de estas zonas como su control político, económico y militar. Este proceso adquirió importancia en el último tercio del siglo XIX.


El paso del colonialismo tradicional al imperialismo se produjo en la 1ª mitad del siglo XIX y estuvo marcado por la crisis del antiguo colonialismo expresada en la pérdida de las colonias americanas de Gran Bretaña y España, la desaparición de las doctrinas económicas mercantilistas y la lucha por la abolición de la esclavitud. La expansión continuó durante la 2ª mitad del siglo, fruto de la pretensión de ganar nuevas áreas de influencia, alentada por la industrialización europea -ávida de nuevos mercados- y el desarrollo técnico y militar. Otros factores que contribuyeron a dicha expansión fueron las exploraciones geográficas y misioneras en busca de la extensión de la ciencia y el cristianismo respectivamente. En 1885, en la Conferencia de Berlín, las potencias acordaron el reparto sistemático del continente africano.
Debido a las causas políticas que justificaban la ocupación de las colonias y la búsqueda de algunas de las potencias europeas por alcanzar la hegemonía económica, política y militar  mundial y obstaculizar a las demás potencias competidoras surgieron las primeras tensiones que desembocarían en la ! Guerra Mundial.






 Cualquier afán de dominación cuando se lleva al extremo no es bueno para nadie, pues acaba desembocando en guerras y conflictos. Los países y pueblos ocupados sienten la necesidad de liberarse del Estado que les domina y gobierna, que incluso explota los recursos de su nación y les obliga a trabajar para la metrópoli a cambio de recibir lo mínimo para subsistir.
 Además sucede a lo largo de la historia mundial que aquellas potencias colonizadoras que se transforman en imperialistas (Alemania de Hitler, Francia de Napoleón, o incluso el Antiguo Imperio romano) acaban sucumbiendo ante ese afán conquistador que parece nunca tener fin y que por tener tantos frentes abiertos en tantos puntos geográficos son incapaces de controlar, pues los pueblos se rebelan ante el imperialismo por la necesidad de autogobernarse y el sentimiento de libertad y de nación y ser dueño de su propio destino. Un sentimiento que forma parte de la esencia del ser humano.
Por ello el colonialismo que pudo llevar avances tecnológicos y cultura a otros pueblos tuvo su parte buena pero la mala fue la imposición de leyes, otra lengua y cultura, así como la explotación económica. Y por supuesto que el imperialismo como una forma de conquista impositiva sin tener un ideal de anexión entre países con autogobierno y propias leyes pero con un fin común como puede ser la Unión Europea, no puede ser bueno pues nunca podrá convencer a todos de que el país que invade y conquista respetará al país conquistado.